Después de ver por segunda vez 2012, (¿por qué? No lo sé), pienso acojonada en las teorías mayas y su ducking mother. ¿Qué hacemos celebrando el inicio del nuevo año? ¡Esto es una cuenta atrás! El amigo de un amigo está mil por cien convencido de que pasará, que el mundo se va a tomar viento el 21 de diciembre del 2012, y si no tienes un millón de dólares por cabeza, o eres hijo de un boxeador ruso que amasa una archimegafortuna, o tu padre es conductor de limusinas… estás jodido. No vas a entrar en las arcas de Noé con la hija del presidente –negro- de EEUU. Estás jodido. Vaya truño.
Es el cambio climático, el cambio climático. Yo me apunto a las granjas ecológicas como Elizabeth Hurley y Sting, a cultivar pimientos y coliflores sin químicos, y vender barritas de cecina de sus ganaderías (Oh my Lord). O… ¡un Toyota Prius! Mierda, ¿por qué no seré hija de ricos? Mejor me compro una bici para ir a comprar calabacines al Día.
A lo que iba, que me acosté así-asá pensando en la teoría catastrofista, pero ¡oye! Me he levantado de un optimismo apabullante. Estoy sin curro, no tengo dinero, vivo con mis padres, tengo con la regla... Pero -hija-: ¡Todo llegará! ; )
Pd. Un investigador -de los que investigan cosas importantes- se ha dado cuenta de que los mayas cometieron un error de cálculo y el mundo no terminará en 2.012 sino que será en 2.220. De aquí a entonces me da tiempo a ahorrar 1.000.000$
Muchos, muchos besos y muy feliz año. It’s the final count down!
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